Comentario
A lo largo de la primera mitad del siglo XVII, Génova vive un sólido bienestar económico basado en la astucia de sus banqueros y en la habilidad de sus incansables comerciantes. Unida a España de manera tan firme como sus créditos y anticipos a la Corona, la prosperidad de las clases dirigentes genovesas se tradujo en la construcción de ricas residencias y palacios a los lados de la gran Strada Nuova abierta por Galeazzo Alessi. Las ampliaciones urbanísticas prosiguieron sobre esa estela, y en 1606 se abrió la vía Balbi, nacida a partir de la edificación del palacio Balbi y del Collegio dei gesuiti (actual Universidad) (1630-38), según los proyectos de Bartolomeo Bianco (Como, 1590-Génova, 1657), el máximo arquitecto barroco genovés. Sus obras mantienen exteriormente un aspecto de bloque cerrado, suavizado por algún motivo decorativo sobre superficies aún manieristas, pero, sin embargo, en el interior una sucesión fastuosa y escenográfica de patios, logias, jardines colgantes, terrazas, escaleras, aprovechando la conformación topográfica del terreno, otorgan enorme vivacidad estructural al edificio.El que Génova fuera una ciudad marítima, comercial y financiera favoreció los contactos con artistas extranjeros, especialmente flamencos, convirtiéndose en un lugar de encuentros e intercambios culturales y artísticos. Así, en 1605 se registraría la presencia de Caravaggio, entre 1605-06 la estancia de P. P. Rubens y en 1621 el desembarco de A. Van Dyck, cuya prolongada estancia y los espléndidos retratos de la aristocracia genovesa marcarán a pintores como Strozzi y Valerio Castello. La lista podría continuar con el caravaggista francés Simon Vouet, entre 1620-21, o con el italiano O. Gentileschi, entre 1621-23. Precisamente, de un ambiente tan dinámico surgió la personalidad de Bernardo Strozzi (Génova, 1581-Venecia, 1644), abierto y sensible a cualquier tipo de estímulos culturales, capaz de traducirlos a una pintura densa y de encendida policromía, de hábiles y elocuentes composiciones. En torno a 1630, huyendo de la peste, abandonaría Génova para pasar a Venecia donde revitalizará su escuela. Próximo a Strozzi, Gioacchino Assereto (Génova, hacia 1610-1649) orientó su pintura hacia un naturalismo lombardo, pero sin renunciar a los refinamientos cromáticos de ascendencia veneciana.Tan estimulado por la pintura flamenca como Strozzi, Giovanni Benedetto Castiglione, llamado il Grechetto (Génova, hacia 1610-Mantua, 1665) desarrolló un género de pintura de gran originalidad, con gusto por lo pintoresco, tratando cualquier tema: bíblico, filosófico o mitológico, como si fueran temas de inspiración pastoril o campesina. Su naturalismo le condujo a captar los aspectos más vitales e inmediatos de la realidad. Pero, lo que parecía que iba a ser una etapa de gran vitalidad y continuidad, pronto se vería tronchado por la peste de 1657 y por el abandono de Génova por los pintores más significativos. Si Strozzi ya se había marchado hacia 1630, Castiglione lo haría en 1632 rumbo a Roma.Un caso paralelo al de los pintores se detecta en el mundo de la escultura. Frenada por el tardo Manierismo, la escultura genovesa fue reavivada, precisamente, por un artista francés, al marsellés Pierre Puget (1622-1694), que, después de formarse en Roma, trasladaría a Génova el ímpetu barroco atemperado por un refinado modelado y por cierta inclinación sentimental, anticipadora de la sensibilidad del Rococó. Partiendo de sus enseñanzas, primero en Roma y luego en Génova, Filippo Parodi (Génova, 1630-1702) acentuará la vena sentimental y el virtuosismo en el modelado, algo muelle que llega a caer en lo dulce (Cristo a la columna, Génova, Palacio Real).